No solo lloramos cuando estamos tristes: continuamente producimos lágrimas destinadas a humedecer permanentemente nuestros ojos, limpiarlos y protegerlos de objetos extraños. Estas lágrimas, o película lagrimal, son una mezcla compleja de agua, ácidos grasos, proteínas, electrolitos y sustancias antibacterianas. Esta mezcla mantiene la superficie del ojo limpia y clara y previene infecciones. Sin lágrimas, la buena visión sería imposible.
El síndrome de ojo seco suele deberse a una disminución de la secreción de lágrimas o un desequilibrio entre los distintos elementos del componente, lo que puede provocar un aumento de la evaporación. En cualquier caso, sobreviene molestias en los ojos y hasta úlceras corneales. Se estima que el 30% de las consultas de optometría se refieren, en diversos grados, al síndrome del ojo seco.
El síndrome del ojo seco también puede ser el resultado de un problema de párpados que no parpadean lo suficiente, o blefaritis , inflamación de los bordes de los párpados que altera la composición de las lágrimas, aumentando su evaporación. Sigue una sensación de sequedad e irritación.
Posibles complicaciones
A veces, las glándulas lagrimales reaccionan a los ojos secos provocando una sobreproducción de lágrimas con lagrimeo paradójico. Sin embargo, si el ojo está seco, es porque estas lágrimas contienen mucha agua y pocos ácidos grasos y mocos. No logran mantener el ojo lo suficientemente húmedo.
Un ojo seco está menos protegido contra los patógenos. Por tanto, es más probable que presente infecciones , las inflamaciones de la irritación o ulceración de la córnea .
¿Cuándo consultar?
Consulte a un optometrista, oftalmólogo o médico si experimenta molestias oculares prolongadas. Recuerda que tus ojos son preciosos.
